viernes, 23 de noviembre de 2018




MÉTODOS UTILIZADOS POR LOS FISIOTERAPEUTAS



Las técnicas de rehabilitación más utilizadas




Hoy vamos a hablar de las técnicas que se utilizan en un proceso de rehabilitación. Antes de todo, debemos saber qué es la rehabilitación y en qué consiste. La rehabilitación es un proceso en el cual se ponen en uso un conjunto de técnicas y tratamientos con el fin de recuperar y/o mejorar la funcionalidad de una estructura alterada con el fin de restablecer su estado habitual.


Una vez hemos sufrido una lesión, ya sea de partes blandas: esguinces de ligamentos, roturas musculares, tendinitis por sobreesfuerzo… o de partes duras: fracturas, fisuras, nos vemos obligados a empezar un proceso de rehabilitación que dependerá, en todos los casos, de la gravedad de la lesión y de si existe la necesidad de pasar por el quirófano.


Explicando algunas técnicas de rehabilitación

La crioterapia

La electroterapia

La ultrasonoterapia, también conocida como ultrasonido


La primera de las técnicas de rehabilitación más utilizadas es la crioterapia. Consiste en la aplicación de frío en la zona afectada. Esta técnica se suele aplicar justo después de una lesión, en fase aguda. Sus funciones son evitar la inflamación de los tejidos lesionados, es vasoconstrictor, y actúa con sedante, disminuyendo el dolor. La aplicación del frio debe llevarse a cabo en diferentes tandas de 10 a 20 minutos (en función de la tolerancia), dejar descansar la zona unos 60-90 minutos y volver a repetir el proceso. Es muy importante que el frío no se aplique directamente sobre la piel, ya que puede provocar alguna quemadura, por lo que se recomienda envolverlo en un paño, toalla o bolsa. La aplicación debe ser justo encima de la zona afectada. También puede ser útil, en menor medida, después de las sesiones de rehabilitación, para relajar los tejidos que se están recuperando.


Otra de la utilidades que tiene la crioterapia es como relajante muscular post-esfuerzo, utilizado por la mayoría de deportistas (futbolistas, ciclistas, corredores…). Aquí la aplicación suele ser general, puesto que se introducen de cintura para abajo en agua con hielo, para acelerar la recuperación muscular.


Otra de las técnicas más comunes es la electroterapia. Consiste en la aplicación de determinados estímulos físicos generados por una corriente eléctrica, que consigue desencadenar una respuesta fisiológica, que va a provocar un efecto terapéutico.


Dentro de la electroterapia tenemos aparatos como los electroestimuladores musculares (EMS), que tienen dos funciones muy importantes dentro de los procesos de rehabilitación: el programa TENS y los programas para evitar la atrofia muscular y ganar fuerza. A través de unos electrodos colocados en la piel se transmite la corriente eléctrica a la zona elegida.


El TENS (Transcutaneous electrical nerve stimulation, electroestimulacion transcutánea de los nervio) es un programa de electroterapia a baja frecuencia. Su función principal es disminuir el dolor de una zona determinada, lo que no queda claro a día de hoy es si lo hace mediante la producción de endorfinas o consigue un bloqueo de las fibras nerviosas a nivel medular, evitando que el dolor llegue al cerebro.


Los programas de estimulación muscular sirven para recuperar la capacidad contráctil del musculo que tiene disminuida su fuerza, derivada por una lesión o periodo de inactividad.


La electroterapia tiene algunas contraindicaciones como es la presencia de quemaduras en la piel, llevar marcapasos o alguna placa de metal o tornillo para fijar una fractura o estar embarazada.


Otra de las técnicas de rehabilitación es la ultrasonoterapia, que se basa en la aplicación de vibraciones sonoras superiores a 20.000Hz. Siempre teniendo en cuenta la fase en la que se encuentra la patología, el ultrasonido se utiliza para el tratamiento de partes blandas: reabsorción de edemas, lesiones ligamentosas, tendinitis, capsulitis, lumbalgias, ciáticas…


El ultrasonido puede ser utilizado de dos formas: pulsado o continuo. Las aplicaciones pulsadas tienen un efecto térmico profundo. Las pulsadas, en cambio, están indicadas en procesos inflamatorios.


El siguiente tratamiento que se utiliza en rehabilitación es la termoterapia. Consiste en la aplicación de calor en diferentes grados con fines terapéuticos. Su aplicación puede ser superficial o profunda. Entre los beneficios de la termoterapia encontramos el aumento del flujo sanguíneo, que conlleva un aumento de oxígeno y nutrientes a la zona tratada; relajación muscular, sobre todo cuando hay zonas contracturadas; acelera la regeneración de tejidos y favorece la analgesia (disminución del dolor).


Es importante el feedback con el paciente, ya que un exceso de calor puede ser contraproducente e incómodo o incluso provocar alguna quemadura en la piel. Se debe evitar aplicar calor, o extremar las precauciones en pacientes con problemas cardiacos, personas descoaguladas, hipotensos, problemas dérmicos (hongos), inflamaciones agudas, neoplasias, alteraciones de la sensibilidad o personas portadoras de clavos o placas fijadoras de fracturas.

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